miércoles, 25 de septiembre de 2019

Cristina Campo



La Tigre Ausencia
                               pro patre et matre

Ay que la Tigre, la tigre Ausencia, 
oh amados,
ha devorado todo
en este rostro vuelto
hacia ustedes! La boca sola
pura
ruega a vosotros
todavía: rogar todavía
para que la Tigre,
la Tigre Ausencia,
oh amados,
no devore la boca
y la oración… 

de La Tigre Assenza, Adelphi, 1991.

Publicado originalmente en "Conoscenza religiosa", 3, julio-setiembre 1969. Entre diciembre del 1964 y junio de 1965 habían muerto ambos padres de Cristina.
Versión G.M.




Original Italiano:

La Tigre Assenza
                             pro patre et matre

Ahi che la Tigre,
la tigre Assenza,
o amati,
ha tutto divorato
di questo volto rivolto
a voi! La bocca sola
pura
prega ancora
voi: di pregare ancora
perché la Tigre,
la Tigre Assenza,
o amati,
non divori la bocca
e la preghiera…


da La Tigre Assenza, Adelphi, 1991.

Publicata su "Conoscenza religiosa", 3, luglio-settembre 1969. Tra il dicembre  del 1964  e il giugno 1965 erano morti  entrambi i genitori di Cristina.


Algunos datos biográficos:

Cristina Campo, seudónimo  de Vittoria Guerrini (Bolonia, 29 de abril de 1923 – Roma, 10 de enero de 1977), fue una escritora, poeta y traductora italiana.
Nació en Bolonia, única hija de Guido Guerrini, compositor, oriundo de Faenza, y de Emilia Putti, quien fuera nieta de Enrico Panzacchi (poeta, crítico de arte y crítico musical), y hermana de Vittorio (notable cirujano ortopédico). Por una malformación cardíaca congénita, Cristina siempre padeció una salud precaria, creció aislada de sus compañeros y no pudo seguir estudios escolares de manera regular.
Hasta 1925 la familia Guerrini vivió en la residencia del profesor Putti, en el parque del Hospital Rizzoli de Bolonia. Más tarde la familia se mudó a Parma, y en 1928 a Florencia, donde Guido Guerrini fue convocado para dirigir el conservatorio Cherubini. El ambiente cultural florentino fue determinante para la formación de Cristina Campo, a partir de su amistad con el germanista y traductor Leone Traverso, apodado cariñosamente "Bul" por Cristina, y con quien tuvo una relación sentimental (la correspondencia entre ambos fue publicada por la editorial Adelphi con el título Caro Bul. Lettere a Leone Traverso 1953-1967). Fueron importantes sus encuentros con Mario Luzi y Gianfranco Draghi, que le hicieron conocer el pensamiento de Simone Weil, Gabriella Bemporad y Margherita Pieracci Harwell, la especialista que curaría la publicación de las obras póstumas de Cristina Campo.
Su naturaleza solitaria la llevó a alejarse de elogios y apreciaciones (prefería firmar con nombres ficticios los pocos trabajos publicados en vida), demostrando ser cada vez más indiferente a las estrategias y necesidades del mercado literario. Le gustaba decir de sí misma: "escribió poco, y le hubiera encantado haber escrito menos". Su estilo personal, que se repite en los diferentes géneros literarios que practicaba, se caracteriza por una fuerte tensión para hacer coincidir la palabra con su significado más profundo, evitando todo lo que consideraba obvio o superfluo.
Cristina Campo fue una excelente traductora, especialmente de autores de habla inglesa, como por ejemplo Katherine Mansfield, Virginia Woolf, John Donne y William Carlos Williams. No concebía la traducción como simple reproducción del sentido, sino como un renacimiento, en su propio idioma, de la espiritualidad del autor. A lo largo de su vida se mantuvo fiel a una preferencia especial por Hugo von Hofmannsthal y Simone Weil, de quienes tradujo la tragedia Venezia salva y el ensayo Iliade Poema della forza.
A principios de los años cincuenta trabajó en la recopilación de una antología de escritores, Il Libro delle ottanta poetesse, concebido como "una colección nunca antes realizada de las páginas más puras escrita por la mano femenina a través de los tiempos". La antología, en la que Cristina Campo trabajó mucho, involucrando en las traducciones a varios amigos, no ha sido aún publicada.
En 1955 se trasladó a Roma, donde su padre fue nombrado director del Conservatorio de Santa Cecilia y el Colegio de Música. En esta ciudad hizo nuevos amigos, como Margherita Dalmati (seudónimo de Mary-Nike Zoroghiannide), Roberto Bazlen, María Zambrano. El Dr. Ernst Bernhard, el psicoanalista alemán que introdujo a Carl Jung en Italia, la curó de una persistente agorafobia. En 1958 sucede un encuentro fundamental para ella, con el estudioso y escritor Elémire Zolla, con quien vivió durante mucho tiempo. En los últimos años de vida tuvo un intenso intercambio de correspondencia con el filósofo Andrea Emo, que como vivía aislado su obra sólo recientemente ha sido descubierta y publicada póstumamente.
En 1956 la editorial Vanni Scheiwiller de Milán publicó su primer libro, el poemario Passo d'addio. En 1962 Vallecchi publicó el volumen de ensayos Fiaba e mistero, en parte, se fusionó en el próximo libro, Il flauto e il tappeto, publicado en 1971 por Rusconi.
La última década de su vida estuvo marginada de la escena cultural y profundamente interesada en lo sagrado y la espiritualidad. Así Elémire Zolla recuerda aquellos años:
Su concepción del cristianismo fue ortodoxa y se opuso a la ola de reformas litúrgicas posteriores al Vaticano II. Cristina Campo estaba entre los que fundaron la primera asociación de tradicionalistas católicos, La Voz . También fue la inspiración de la Intervención de Ottaviani, firmado por los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci, el denominado "Intervento Ottaviani" examen crítico de estas reformas, que tradujo del francés al italiano3 . Su amor por la liturgia la acercó primero a la abadía benedictina de Sant'Anselmo sull'Aventino en Roma, en la que todavía cantan gregoriano, y más tarde al Colegio Russicum. En su forma de entender la espiritualidad cristiana veía en el rito bizantino una mayor fidelidad a los principios del cristianismo.
En la revista Conoscenza religiosa, dirigida por Elémire Zolla, se publicaron los últimos escritos de Cristina Campo, entre los que cabe mencionar el ensayo Sensi soprannaturali y los poemas de "poesie sacre"  inspirado en la liturgia bizantina.
Cristina Campo murió en Roma el 10 de enero 1977, a los 53 años.

Obra:

Traducciones:
Bengt von Torne, Conversazioni con Sibelius, Florencia: Monsalvato (1943), Katherine Mansfield, Una tazza di tè e altri racconti, Torino: Frassinelli (1944), Eduard Mörike, Poesie, Milán: Cederna (1948), William Carlos Williams, Il fiore è il nostro segno, Milán: All'insegna del pesce d'oro (1958); luego en Poesie, a cargo de Cristina Campo y Vittorio Sereni, Torino: Einaudi (1961), Simone Weil, Venezia salva, Brescia: Morcelliana (1963); luego Milán: Adelphi (1987), John Donne, Poesie amorose - Poesie teologiche, Torino: Einaudi (1973), Simone Weil, La Grecia e le intuizioni precristiane, (junto a  Margherita Harwell Pieracci) Milán: Rusconi (1974), L'urgenza della luce. Cristina Campo traduce Christine Koschel, a cargo de Amedeo Anelli, Florencia: Le lettere (2004)

Poesía, ensayos y prosas varias:
Passo d'addio, Milán: Scheiwiller  (1956), Fiaba e mistero e altre note, Florencia: Vallecchi  (1962), Introducción a Storia della città di rame, trad. Alessandro Spina, Milán: All'insegna del pesce d'oro, (1963) (la 556ª novella delle Las mil y una noches), Introducción a Chögyam Trungpa, Nato in Tibet, trad. Donatella Tippet Andalo, Torino: Borla (1970),  Il flauto e il tappeto, Milán: Rusconi (1971), Introducción a Abraham Joshua Heschel, L'uomo non e solo: una filosofia della religione, trad. Lisa Mortara y Elena Mortara di Veroli, Milán: Rusconi (1971), Introducción a Racconti di un pellegrino russo, trad. Milli Martinelli, Milán: Rusconi (1973), Detti e fatti dei Padri del deserto (a cargo de, con Piero Draghi), Milán: Rusconi  (1975), Gli imperdonabili, Milán: Adelphi ( 1987), La tigre assenza, a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán, Adelphi (1991), Sotto falso nome, a cargo de Monica Farnetti, Milán: Adelphi (1998 e 2003), Lettere a Mita, a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán: Adelphi (1999), Omaggio a Cristina Campo (1923-1977), a cargo de Antonio Motta.

Correspondencia:
Lettere a un amico lontano, Milán: Scheiwiller (1998) (1ª ed. 1989), L'infinito nel finito. Cartas a Piero Pòlito, a cargo de Giovanna Fozzer, Pistoia: Via del Vento (1998), Il fiore è il nostro segno, (correspondencia con William Carlos Williams y Vanni Scheiwiller con traducción del poeta estadounidense), Milán: Scheiwiller (2001), Caro Bul. Lettere a Leone Traverso (1953-1967), a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán: Adelphi (2007), Carteggio (con Alessandro Spina), Brescia: Morcelliana (2007), Se tu fossi qui. Lettere a María Zambrano 1961-1975, a cargo de Maria Pertile, Milán: Archinto (2009), Un ramo già fiorito. Lettere a Remo Fasani, a cargo de Maria Pertile, Venecia: Marsilio (2010), Il mio pensiero non vi lascia. Lettere a Gianfranco Draghi e ad altri amici del periodo fiorentino, a cargo de Margherita Pieracci Harwell. Milán: Biblioteca Adelphi (2012), Lettere a Enesto Marchese, Il Giannone (Publicación semestral de cultura y literatura), año XII, n° 23-24, enero-diciembre 2014, p. 33-54, número monográfico titulado Il destino della bellezza.

En castellano la revista Sur publicó en su momento una serie de ensayos hoy reunidos en libro: La nuez de oro y otros ensayos, Ed. Selecciones de Amadeo Mandarino, Bs As, 2006.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Cristina Campo


Moriremos lejos. Sería mucho
si pusiera la mejilla en tu palma
en año nuevo; si en la mía contemplaras
el rastro de una migración distinta.
Del alma sabemos
bastante poco.
Beberá quizá de las cuencas
de las cóncavas noches sin pasos,
se posará bajo aéreas plantaciones
germinadas de las piedras…
¡Oh señor y hermano! pero de nosotros
sobre una sola teca de cristal
pueblos estudiosos escribirán
quizá, dentro de mil inviernos:
“ningún vínculo unía estos muertos
en la necrópolis desierta”.




Amor, hoy tu nombre
a mi labio ha escapado
como al pie el último peldaño…
ahora el agua de la vida está derramada
y toda la larga escalera
por recomenzar.
Te he cambiado, amor, con palabras.
Oscura miel que hueles
en diáfanos vasos
bajo mil seiscientos años de lava-
te reconoceré del inmortal
silencio.




Devota como una rama
curvada por muchas nieves 
alegre como fogata
por colinas de olvido,
sobre agudísimas láminas
en blanca camiseta de ortigas,
te mostraré, alma mía,
este paso de adiós…




La nieve estaba suspendida entre la noche y las calles
como el destino entre la mano y la flor.


En un toque suave
de campanas dilecto llegaste…
Como una vara floreció la vejez de estas escaleras.
¡Oh tierna tempestad
nocturna, rostro humano! 


(Ahora toda la vida está en mi mirada,
estrella sobre ti, sobre el mundo que tu paso cierra otra vez).




Ahora pasas lejos, a lo largo de las cruces del labirinto,
a lo largo de las noches lluviosas que yo me enciendo
en la oscuridad de las pupilas,
tú, ya sin niña que disperse las voces…

Calles que la inocencia quiere ignorar y arde
por ofrecer, cerrada y desnuda sin párpados o labios!

Ya que donde pasas es Samarcanda,
y deshacen los silencios alfombras de respiros,
consumen los granos del ansia-

y atento: entre piedra y piedra corre un hilo de sangre,
allí donde llega tu pie. 


(De La tigre assenza, ed. al cuidado de Margherita Pieracci Harwell, Adelphi, 1991).
Versiones G.M.


Originales italianos: 

Moriremo lontani. Sarà molto 
se poserò la guancia nel tuo palmo
a Capodanno; se nel mio la traccia
contemplerai di un'altra migrazione.
Dell'anima ben poco
sappiamo. Berrà forse dai bacini
delle concave notti senza passi,
poserà sotto aeree piantagioni
germinate dai sassi...
O signore e fratello! ma di noi
sopra una sola teca di cristallo
popoli studiosi scriveranno
forse, tra mille inverni:
«nessun vincolo univa questi morti
nella necropoli deserta».


Amore, oggi il tuo nome
al mio labbro è sfuggito
come al piede l'ultimo gradino...
ora è sparsa l'acqua della vita
e tutta la lunga scala
è da ricominciare.
T'ho barattato, amore, con parole.
Buio miele che odori
dentro diafani vasi
sotto mille e seicento anni di lava -
ti riconoscerò dall'immortale
silenzio.

Devota come un ramo
curvato da molte nevi
allegra come falò
per colline d'oblio,
su acutissime lamine
in bianca maglia di ortiche,
ti insegnerò, mia anima,
questo passo d'addio...

La neve era sospesa tra la notte e le strade
come il destino tra la mano e il fiore.
In un suono soave 
di campane diletto sei venuto...
Come una verga è fiorita la vecchiezza di queste scale.
O tenera tempesta
notturna, volto umano!

(Ora tutta la vita è nel mio sguardo,
stella su te, sul mondo che il tuo passo richiude).

Ora tu passi lontano, lungo le croci del labirinto,
lungo le notti piovose che io m’accendo
nel buio delle pupille,
tu, senza più fanciulla che disperda le voci…

Strade che l’innocenza vuole ignorare e brucia
di offrire, chiusa e nuda, senza palpebre o labbra!

Poiché dove tu passi è Samarcanda,
e sciolgono i silenzi, tappeti di respiri,
consumano i grani dell’ansia –

e attento: fra pietra e pietra corre un filo di sangue,
là dove giunge il tuo piede.

(Da 
 La tigre assenza, a cura di Margherita Pieracci Harwell, Adelphi, 1991).


Algunos datos biográficos:

Cristina Campo, seudónimo  de Vittoria Guerrini (Bolonia, 29 de abril de 1923 – Roma, 10 de enero de 1977), fue una escritora, poeta y traductora italiana.
Nació en Bolonia, única hija de Guido Guerrini, compositor, oriundo de Faenza, y de Emilia Putti, quien fuera nieta de Enrico Panzacchi (poeta, crítico de arte y crítico musical), y hermana de Vittorio (notable cirujano ortopédico). Por una malformación cardíaca congénita, Cristina siempre padeció una salud precaria, creció aislada de sus compañeros y no pudo seguir estudios escolares de manera regular.
Hasta 1925 la familia Guerrini vivió en la residencia del profesor Putti, en el parque del Hospital Rizzoli de Bolonia. Más tarde la familia se mudó a Parma, y en 1928 a Florencia, donde Guido Guerrini fue convocado para dirigir el conservatorio Cherubini. El ambiente cultural florentino fue determinante para la formación de Cristina Campo, a partir de su amistad con el germanista y traductor Leone Traverso, apodado cariñosamente "Bul" por Cristina, y con quien tuvo una relación sentimental (la correspondencia entre ambos fue publicada por la editorial Adelphi con el título Caro Bul. Lettere a Leone Traverso 1953-1967). Fueron importantes sus encuentros con Mario Luzi y Gianfranco Draghi, que le hicieron conocer el pensamiento de Simone Weil, Gabriella Bemporad y Margherita Pieracci Harwell, la especialista que curaría la publicación de las obras póstumas de Cristina Campo.
Su naturaleza solitaria la llevó a alejarse de elogios y apreciaciones (prefería firmar con nombres ficticios los pocos trabajos publicados en vida), demostrando ser cada vez más indiferente a las estrategias y necesidades del mercado literario. Le gustaba decir de sí misma: "escribió poco, y le hubiera encantado haber escrito menos". Su estilo personal, que se repite en los diferentes géneros literarios que practicaba, se caracteriza por una fuerte tensión para hacer coincidir la palabra con su significado más profundo, evitando todo lo que consideraba obvio o superfluo.
Cristina Campo fue una excelente traductora, especialmente de autores de habla inglesa, como por ejemplo Katherine Mansfield, Virginia Woolf, John Donne y William Carlos Williams. No concebía la traducción como simple reproducción del sentido, sino como un renacimiento, en su propio idioma, de la espiritualidad del autor. A lo largo de su vida se mantuvo fiel a una preferencia especial por Hugo von Hofmannsthal y Simone Weil, de quienes tradujo la tragedia Venezia salva y el ensayo Iliade Poema della forza.
A principios de los años cincuenta trabajó en la recopilación de una antología de escritores, Il Libro delle ottanta poetesse, concebido como "una colección nunca antes realizada de las páginas más puras escrita por la mano femenina a través de los tiempos". La antología, en la que Cristina Campo trabajó mucho, involucrando en las traducciones a varios amigos, no ha sido aún publicada.
En 1955 se trasladó a Roma, donde su padre fue nombrado director del Conservatorio de Santa Cecilia y el Colegio de Música. En esta ciudad hizo nuevos amigos, como Margherita Dalmati (seudónimo de Mary-Nike Zoroghiannide), Roberto Bazlen, María Zambrano. El Dr. Ernst Bernhard, el psicoanalista alemán que introdujo a Carl Jung en Italia, la curó de una persistente agorafobia. En 1958 sucede un encuentro fundamental para ella, con el estudioso y escritor Elémire Zolla, con quien vivió durante mucho tiempo. En los últimos años de vida tuvo un intenso intercambio de correspondencia con el filósofo Andrea Emo, que como vivía aislado su obra sólo recientemente ha sido descubierta y publicada póstumamente.
En 1956 la editorial Vanni Scheiwiller de Milán publicó su primer libro, el poemario Passo d'addio. En 1962 Vallecchi publicó el volumen de ensayos Fiaba e mistero, en parte, se fusionó en el próximo libro, Il flauto e il tappeto, publicado en 1971 por Rusconi.
La última década de su vida estuvo marginada de la escena cultural y profundamente interesada en lo sagrado y la espiritualidad. Así Elémire Zolla recuerda aquellos años:
Su concepción del cristianismo fue ortodoxa y se opuso a la ola de reformas litúrgicas posteriores al Vaticano II. Cristina Campo estaba entre los que fundaron la primera asociación de tradicionalistas católicos, La Voz . También fue la inspiración de la Intervención de Ottaviani, firmado por los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio Bacci, el denominado "Intervento Ottaviani" examen crítico de estas reformas, que tradujo del francés al italiano3 . Su amor por la liturgia la acercó primero a la abadía benedictina de Sant'Anselmo sull'Aventino en Roma, en la que todavía cantan gregoriano, y más tarde al Colegio Russicum. En su forma de entender la espiritualidad cristiana veía en el rito bizantino una mayor fidelidad a los principios del cristianismo.
En la revista Conoscenza religiosa, dirigida por Elémire Zolla, se publicaron los últimos escritos de Cristina Campo, entre los que cabe mencionar el ensayo Sensi soprannaturali y los poemas de "poesie sacre"  inspirado en la liturgia bizantina.
Cristina Campo murió en Roma el 10 de enero 1977, a los 53 años.

Obra:

Traducciones:
Bengt von Torne, Conversazioni con Sibelius, Florencia: Monsalvato (1943), Katherine Mansfield, Una tazza di tè e altri racconti, Torino: Frassinelli (1944), Eduard Mörike, Poesie, Milán: Cederna (1948), William Carlos Williams, Il fiore è il nostro segno, Milán: All'insegna del pesce d'oro (1958); luego en Poesie, a cargo de Cristina Campo y Vittorio Sereni, Torino: Einaudi (1961), Simone Weil, Venezia salva, Brescia: Morcelliana (1963); luego Milán: Adelphi (1987), John Donne, Poesie amorose - Poesie teologiche, Torino: Einaudi (1973), Simone Weil, La Grecia e le intuizioni precristiane, (junto a  Margherita Harwell Pieracci) Milán: Rusconi (1974), L'urgenza della luce. Cristina Campo traduce Christine Koschel, a cargo de Amedeo Anelli, Florencia: Le lettere (2004)

Poesía, ensayos y prosas varias:
Passo d'addio, Milán: Scheiwiller  (1956), Fiaba e mistero e altre note, Florencia: Vallecchi  (1962), Introducción a Storia della città di rame, trad. Alessandro Spina, Milán: All'insegna del pesce d'oro, (1963) (la 556ª novella delle Las mil y una noches), Introducción a Chögyam Trungpa, Nato in Tibet, trad. Donatella Tippet Andalo, Torino: Borla (1970),  Il flauto e il tappeto, Milán: Rusconi (1971), Introducción a Abraham Joshua Heschel, L'uomo non e solo: una filosofia della religione, trad. Lisa Mortara y Elena Mortara di Veroli, Milán: Rusconi (1971), Introducción a Racconti di un pellegrino russo, trad. Milli Martinelli, Milán: Rusconi (1973), Detti e fatti dei Padri del deserto (a cargo de, con Piero Draghi), Milán: Rusconi  (1975), Gli imperdonabili, Milán: Adelphi ( 1987), La tigre assenza, a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán, Adelphi (1991), Sotto falso nome, a cargo de Monica Farnetti, Milán: Adelphi (1998 e 2003), Lettere a Mita, a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán: Adelphi (1999), Omaggio a Cristina Campo (1923-1977), a cargo de Antonio Motta.

Correspondencia:
Lettere a un amico lontano, Milán: Scheiwiller (1998) (1ª ed. 1989), L'infinito nel finito. Cartas a Piero Pòlito, a cargo de Giovanna Fozzer, Pistoia: Via del Vento (1998), Il fiore è il nostro segno, (correspondencia con William Carlos Williams y Vanni Scheiwiller con traducción del poeta estadounidense), Milán: Scheiwiller (2001), Caro Bul. Lettere a Leone Traverso (1953-1967), a cargo de Margherita Pieracci Harwell, Milán: Adelphi (2007), Carteggio (con Alessandro Spina), Brescia: Morcelliana (2007), Se tu fossi qui. Lettere a María Zambrano 1961-1975, a cargo de Maria Pertile, Milán: Archinto (2009), Un ramo già fiorito. Lettere a Remo Fasani, a cargo de Maria Pertile, Venecia: Marsilio (2010), Il mio pensiero non vi lascia. Lettere a Gianfranco Draghi e ad altri amici del periodo fiorentino, a cargo de Margherita Pieracci Harwell. Milán: Biblioteca Adelphi (2012), Lettere a Enesto Marchese, Il Giannone (Publicación semestral de cultura y literatura), año XII, n° 23-24, enero-diciembre 2014, p. 33-54, número monográfico titulado Il destino della bellezza.

En castellano la revista Sur publicó en su momento una serie de ensayos hoy reunidos en libro: La nuez de oro y otros ensayos, Ed. Selecciones de Amadeo Mandarino, Bs As, 2006.


Cesare Zavattini

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